Periodismo

Betas de una muerte sin recuerdo

Jorge Iván Posada, asociado CdR, investigó en el entorno de una historia que aún no se esclarece, se trata de la muerte de una insignia del hip hop bogotano, quien perdió la vida en una situación extraña para las autoridades, su propia familia, amigos y fans.

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Betas de una muerte sin recuerdo
Abril 19 de 2018

11 días tardó el reconocimiento del cuerpo que yacía en una ladrillera al sur de Bogotá, ya en avanzado estado de descomposición. Las características visibles no coincidían con las de el joven que buscaban desde el 13 de diciembre de 2017.

Luzmery Beltrán -madre de Héctor Everson Hernández- popular cantante de la cultura del break dance, buscaba a su hijo pues llevaba desaparecido cerca de tres semanas. Tenía una hija a la que no llamó en navidad, ni a su madre. Nadie supo de él en ese período.  

Para sorpresa de allegados y familiares, el cuerpo sí era el de Samurai. Según versiones que recibió la madre, el joven habría asistido a una fiesta en donde tuvo una riña, se fue corriendo del lugar, presuntamente bajo el efecto de alguna sustancia que le suministraron sin darse cuenta y que le nubló los sentidos. Le explicaron que decía fuera de la razón y que simulaba tener alas mientras trepaba a un lugar alto hasta caerse. Según medicina legal, el joven murió por politraumatismos producto de un golpe contundente.

Samurai vivía en lo más alto de una loma en Ciudad Bolívar, apartado, creando su propia realidad, inmerso en libros de poesía de Raúl Gómez Jattin, cartagenero, “poeta maldito que escribió con las entrañas, visitó sanatorios, hogares de caridad y manicomios, hasta que fue atropellado por un bus” describe Jorge Iván Posada en su reportaje, y prosigue "Jattin lo obsesionaba, no paraba de ver y escuchar la narración de sus poemas en Youtube, como anhelando hallar la certeza del porqué de un dolor incurable.”   

 

Jorge Iván habla en su reportaje de la infancia del artista, las vivencias, cómo fue su acercamiento a la música y al arte, sus sueños y su aporte a la sociedad. Un apartado del reportaje habla sobre Ciudad Bolívar, localidad a la que se mudó con su madre en 2002.

Ciudad Bolívar nunca ha dejado de ser la más pobre y conflictiva. Lleva a cuestas la mayor tasa de homicidios, otras muertes violentas y suicidios, y allí, durante décadas, se han llevado a cabo procesos de aniquilamiento de jóvenes, drogadictos, prostitutas y ladrones por parte de comandos asesinos que dicen hacer “limpieza social”. Así está consignado en la investigación Limpieza social (2016) de Carlos Mario Perea, un reconocido historiador de la Universidad Nacional de Colombia, que se ha dedicado a estudiar los problemas sociales y la violencia del sur de Bogotá. Apartado de la investigación.

Samurai no escapaba de esta realidad, aunque no se sabe lo que pasó, el joven tenía enemigos en el barrio San Joaquín de Ciudad Bolívar, en donde fue visto por última vez. Panchis, compañero con el que grabó varias producciones musicales, explicó que sentía incluso miedo de salir al escenario con el artista.  

Según Posada, la Secretaría de Seguridad asegura que de los 210 asesinatos que hubo el año pasado de esta localidad, 190 fueron la consecuencia de una pelea entre vecinos, gente del barrio que estaba borracha. Pero al parecer eso no importa, o se normaliza porque en esta zona de Bogotá la mayoría de asesinatos suceden en medio del hermetismo y el miedo y en el que pocas veces hay denuncias.

Este reportaje cuenta con un micrositio, en el que el lector podrá ver ilustraciones, fotografías de su infancia provistas por la madre, que también fue fotografiada, el material discográfico hallado en su casa.

 

Tuvimos la oportunidad de hablar con Jorge Iván Posada.  

El caso de Samurai es vigente y la primera lectura sobre el abordaje del tema puede ser esta, sin embargo, ¿Cuáles fueron las razones que te llevaron a ahondar en esta historia?  

Cuando surgió la idea de escribir este reportaje, yo estaba en un seminario sobre periodismo sensible con el escritor Cristian Alarcón, quien es el director de la revista Anfibia y de Cosecha Roja, es un periodista muy reconocido a nivel latinoamericano. Junto con un equipo de periodistas estábamos discutiendo temas posibles que generaran debate en Bogotá y que no estuvieran siendo cubiertos por los medios de una manera profunda, más allá de la noticia, más allá del registro de la desaparición y muerte; entonces presenté la idea de Samurai porque cuando él desaparece, se genera un movimiento alrededor de su caso para buscarlo, cuando hablo de movimiento me refiero a la actividad en redes sociales, se crea una página, se convoca a tres marchas, y el tema coge una visibilidad mediática, y cuando aparece muerto y se hace el sepelio, miles de jóvenes salieron a las calles a acompañarlo hasta el cementerio, entonces me pregunté ¿Quién es esta persona? más allá de los perfiles chiquitos y las noticias judiciales que salían. Quise meterme a fondo en la historia de Samurai, más allá de la coyuntura y más allá del formato noticioso.

¿Es Ciudad Bolívar un reflejo de lo que viven los jóvenes en las diferentes localidades de Bogotá?

Ciudad Bolívar tiene una particularidad junto con Usme, es la localidad de Bogotá que tiene el mayor registro de homicidios, mayor número de riñas, y también el mayor número de personas que viven en situación de pobreza y de miseria. Es una localidad que tiene mucha población, e históricamente ha presentado casos de violencia urbana y también violencia asociada al conflicto armado. Esa situación tan particular hace que la muerte de un joven, o el asesinato de un joven, para las autoridades colombianas, estoy hablando de La Fiscalía que investiga, de la Policía que hace los procesos también de Policía Judicial, e incluso de los jueces, el homicidio o asesinato de un joven siempre esté bajo sospecha ¿Qué quiere decir bajo sospecha? quiere decir que si asesinaron a un joven joven de Ciudad Bolívar fue por algo, si lo asesinaron fue porque tenía algo oculto, porque algo debía. Esto que estoy diciendo, está consignado en una investigación que hizo el profesor Carlos Mario Perea de la Universidad Nacional, que se llama “Limpieza social. Una violencia mal nombrada” y toma el caso particular de lo que ocurre en Ciudad Bolívar. El caso de Samurai es muy particular porque, si bien él tenía una notoriedad importante, esa notoriedad no fue suficiente para las autoridades para ir a fondo y esclarecer su asesinato, sabemos el presunto asesinato, sabemos que desapareció en diciembre del 2017 y que fue encontrado muerto la primera semana de enero, pero la madre, los amigos y las personas cercanas que han estado siguiendo el proceso se han dado cuenta que La Fiscalía no avanza, no tiene una línea clara de investigación y el caso puede terminar como otro caso más de la muerte de otro joven en este sector de Bogotá. 

 

La muerte de Héctor Everson, aún siendo famoso cae en este 95% de historias sin esclarecer. ¿Qué valoración merece este aspecto por parte de las autoridades? ¿Tuviste oportunidad de obtener alguna impresión al respecto?

En la elaboración de esta historia, me acerqué a las autoridades, en especial a la directora de fiscalías de Bogotá para saber en qué estado estaba la investigación. Para el momento que la escribí, siempre se dijo que estaba en investigación, que no tenían una línea clara, que el caso estaba siendo abordado con los estudios de medicina legal frente a las circunstancias en las que él murió y las que se encontró el cuerpo, pero nada más. Paralelo a que estaba ocurriendo este caso de Samurai, fue cuando murió una joven hija de un general retirado que murió tras ingerir droga en una fiesta, el caso tuvo una visibilidad mediática muy fuerte, el padre denunció que a esta joven la habían inducido a consumir esta droga, y que en ese sentido había sido un homicidio. Entrevistaron a las personas que estuvieron con ella, al papá, el caso tuvo mucha visibilidad y la Fiscalía rápidamente pudo establecer que la persona murió intoxicada, que murió drogada y que ya tenía unas líneas claras de investigación, caso que no ocurre con los jóvenes que mueren en los barrios pobres en esta ciudad y menos con un caso de otro muchacho más como es Samurai. Las comparaciones son odiosas pero eso nos dice cómo operan las autoridades y nos dice qué es esta sociedad.

¿Con qué elementos significativos te encontraste en el desarrollo de este trabajo y en las entrevistas con familiares y conocidos del cantante?   

Hay muchos elementos significativos que me encontré en esta historia, que son recurrentes en las investigaciones y en los reportajes que abordan los temas de conflicto armado, de violencia en Latinoamérica, que son cómo las madres atesoran los recuerdos de sus hijos y cómo van contando las historias de sus hijos a través de esas fotografías que tienen en sus casas, eso me pasó con la madre de Samurai. Cómo este personaje era un modelo a seguir y un ídolo en un amplio sector muy estigmatizado de los jóvenes en Bogotá, como son los raperos, que uno tiene la imagen equivocada o parte de un prejuicio que es: el rapero, o el que canta y que está en esa cultura Hip Hop, es drogadicto, es ladrón, roba celulares, está metido en riñas, pero no que tienen un movimiento social amplio, que hacen parte de colectivos de movimientos políticos libertarios amplios, que alrededor de esta cultura hay literatura, hay composiciones y producciones musicales muy serias en Bogotá y que tienen un reconocimiento internacional, las líricas de los raperos, en particular las letras de Samurai hablaban de muchas cosas pero sobretodo hablaban del mundo como él lo vivía, no hablaban de calle, de la droga, no hablaban del peligro, no hablaban de la violencia. Hablaban de la soledad, de la poesía, del amor, de la poesía, de cosas muy intimistas y muy oscuras, uno se topa con la realidad de ese personaje cantado de eso y no de la calle a la que ellos están abocados, eso también me sorprendió.  

 

¿Cuéntanos cómo fue la entrevista con la madre de Samurai, desde lo humano y también en cuanto a técnicas periodísticas u otros recursos que utilizaste para acercarte a la realidad de una manera “sensible”?  

Con esta historia no quería recabar en una “chiva periodística”, en una exclusiva o en una noticia, partí de esa certeza para acercarme a la mamá de Samurai y eso mismo le conté: que quería contar la historia de él y que yo no tenía afán para hablar con ella y tampoco tenía afán para sacar una noticia o una exclusiva. Eso es un punto fundamental a la hora de acercarse a las víctimas de la violencia y en el caso particular de la violencia urbana, la importancia de los tiempos y la importancia de dejar claro cuáles son tus verdadera intenciones periodísticas y narrativas. Lo segundo, obviamente fue una entrevista personal, directa con ella, no una entrevista por Whatsapp ni por teléfono y la importancia de los espacios, silencios y narrativas cualitativas que se generan cuando el periodista aborda a una víctima o aborda a una persona que tiene relación con la historia. Fue en su casa en su espacio íntimo, donde vivió algunos años con Samurai. Los recuerdos en un principio y la historia fue complicada porque la mamá ya había hablado con varios periodistas y estaba muy reciente el hecho de la noticia de que lo encontraron sin vida, entonces le propuse si me podía mostrar fotos de su hijo, y cuando saca el álbum y empieza a mostrar la fotos de Everson es cuando se afloran todos los recuerdos de su niñez, de su adolescencia, de sus primeros días como cantante de Hip Hop en el barrio Boyacá Real y luego todo lo que hizo en Ciudad Bolívar.  

¿Tienes recomendaciones para colegas que se dediquen a la investigación de historias que involucran elementos como los planteados en este trabajo?

Podrías decir varias, me atrevería en primer lugar a que es muy necesario… sé que es complicado para los periodistas que cubren el día a día o lo que llamamos el Breaking News, pero todos lo temas son propicios de cubrir, sin embargo estos que llaman tanto la atención de un sector de la sociedad que está muy invisibilizado por los registros mediáticos o por los grandes medios o las historias de estos jóvenes aparecen siempre en hechos judiciales, es importante ir a fondo de estas historias. ¿Por qué tantas personas seguían a Samurai el día de su funeral e iban cantando hacia el cementerio? ¿Por qué se generó un movimiento social alrededor de su desaparición y luego pidiendo justicia para esclarecer su muerte? ¿Cuántas historias hay y quienes son esos jóvenes que llenan una plaza como el Simón Bolívar con más de 80.000 personas en un festival de Hip Hop y que van detrás de este cantante? Lo segundo que le recomendaría a los colegas es la importancia de cuando estas muertes ocurren en estos lugares donde hay tanta pobreza, tanta miseria, también hay mucha estigmatización, y los periodistas también caemos en eso, somos presa, estamos atados a esos prejuicios con que las autoridades abordan estos temas.

Nosotros terminamos replicando que si a un joven lo mataron o apareció muerto en un barrio de estos, según las autoridades era porque pertenecía a una banda o fue un ajuste de cuentas, y eso termina no solamente siendo un lugar común, sino que perpetúa ese prejuicio en la sociedad, eso en últimas inhibe o justifica que las autoridades no investiguen por qué ocurren esas muertes en esos lugares y por qué continúan  esos niveles de silencio y de impunidad. Lo último es la importancia de entender que los silencios, los espacios y las narrativas comunicativas que surgen cuando uno aborda a un familiar, a una víctima de un hecho violento. 

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