Eudoro Galarza: un asesinato entre el silencio y la impunidad
Un trabajo periodístico rutinario llevó a que Adriana Villegas conociera el caso de Eudoro Galarza, el primer periodista asesinado en el país. Ahora ella, desde sus trabajos de investigación, busca difundir este tema que quedó en el silencio desde la muerte de Gaitán, el defensor del homicida.
“Galarza no tenía arma, estaba descuidado.
El primer disparo no hizo blanco;
Galarza trató de defenderse,
pero el segundo disparo impactó en su garganta
y el tercero alcanzó su clavícula izquierda”.
El 8 de abril de 1948 el Palacio de Justicia, fue el lugar en el que Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo liberal, hizo una de sus defensas, esa vez el tema involucraba el periodismo y los militares.
La noche de las antorchas, los discursos de los viernes culturales en el Teatro Municipal y la defensa por lo ocurrido en la llamada “masacre de las bananeras”, están entre las elocuciones más recordadas de Gaitán. Sin embargo, no solo éstas fueron las más influyentes.
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Eudoro Galarza es la voz silenciada y la esencia de la crónica Galarza el primer silenciado, una historia que narra cómo las noticias cubren otras noticias, y pone en evidencia la vulnerabilidad de los periodistas a través de los años.
“La muerte de Gaitán y el Bogotazo impidieron que la prensa registrara las noticias relacionadas con la absolución del asesino de Galarza”, dice Adriana Villegas en su investigación. Imagen: El Tiempo.
Adriana Villegas, periodista manizaleña y directora del programa de comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales, llegó a la historia de Galarza a petición del editor del medio para el que trabajaba, en ese momento.
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“En mi ciudad no hay un busto, un parque, una calle o una placa que recuerde a Galarza y en la universidad nunca lo mencionaron”, así comenta Adriana en su investigación, donde se refleja el desconocimiento del asesinato del primer periodista en el país por razones relacionadas a su oficio y el primer caso de impunidad sobre estos hechos.
Consejo de Redacción habló con Adriana Villegas sobre su investigación y las implicaciones del silencio alrededor del caso.
¿Por qué decidiste investigar en profundidad el tema?
Por casualidad, yo conocí la historia de Euduoro Galarza Ossa hace 20 años, cuando trabajé en El Espectador.
En 2016 estaba preparando un texto sencillo sobre el asesinato de Orlando Sierra y entré a la página web de la Flip para buscar el dato de cuántos periodistas habían sido asesinados en Colombia. Me di cuenta de que en su registro no estaba Eudoro Galarza y que el conteo que la Flip llevaba era de los últimos 40 años aproximadamente. Eso me motivó a reconstruir el caso.
CdR consultó la información de la Flip sobre los periodistas asesinados en Colombia por causas relacionadas a su oficio y Eudoro Galarza, ahora, sale en el primer lugar del listado.
Según la investigación de Villegas, #AsociadaCdR, el asesino de Galarza, es el teniente Jesús María Cortés quien jamás negó lo ocurrido, pero se declaró inocente al alegar que el acto se produjo en legítima defensa del “honor militar”. Alegato que se hizo válido bajo los argumentos y oratoria de Jorge Eliécer Gaitán, ocurrió once horas antes de su asesinato en la carrera séptima de Bogotá.
El teniente Jesús María Cortés y Jorge Eliécer Gaitán, después del juicio de Galarza. Foto: Archivo El Espectador.
¿Cuál ha sido el resultado del silencio en el caso de Eudoro Galarza y qué podría pasar si este tema tuviera mayor difusión?
Me parece que en el asesinato de Eudoro Galarza Ossa confluyen varios elementos graves: lo mató un militar activo que después fue declarado inocente del asesinato porque el juez consideró que actuó en legítima defensa del honor militar.
La defensa del militar la hizo Jorge Eliécer Gaitán, que en ese entonces era una figura pública de gran reconocimiento nacional. El periódico La Voz de Caldas, que Galarza fundó en 1926, sólo sobrevivió unos pocos meses, después de la muerte de su director. El crimen ocurrió en 1938 y la absolución del asesino en 1948.
Que haya habido impunidad en un caso como éste, de un homicida confeso, puede haber sido el preámbulo para que otros actores sociales se hubieran sentido “autorizados” para silenciar periodistas.
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En la publicación La palabra y el silencio, del Centro de Memoria Histórica, se asegura que en Colombia, desde 1977, han sido asesinados 152 periodistas por hacer su trabajo, de los cuales 112 trabajaban en medios pequeños, que destaca el peligro que corren los periodistas de región que denuncian y cubren hechos de corrupción o relacionados con el conflicto armado.
¿El hecho de que Eudoro Galarza fuera un periodista regional, fue un factor para que el caso se pospusiera y silenciara?
En 1938 y hoy, los periodistas que trabajan lejos de los centros de poder o lejos de los grandes medios están más expuestos a presiones y amenazas. Sin embargo el asesinato de Galarza fue en su momento noticia nacional, los medios de Bogotá se movilizaron, el presidente Eduardo Santos decretó un toque de queda en Manizales y hubo mucho despliegue informativo.
Creo que el caso se silenció porque, como suele ocurrir, con el paso de los días la atención fue disminuyendo y finalmente pasaron casi 10 años entre el momento del crimen y el momento de la absolución.
El segundo factor que influyó a mi modo de ver, además del paso del tiempo, fue que el defensor del teniente Jesús María Cortés Poveda fue Jorge Eliécer Gaitán, quien fue asesinado pocas horas después de que el juez decidió declarar inocente al militar.
La noticia del Bogotazo silenció la de la absolución del asesino de Galarza. Y con el paso de los meses y los años la figura de Gaitán se convirtió en un mito histórico poco cuestionado.
Así fue como La Patria, periódico de Manizales, rechazó, en su momento, el asesinato de Galarza. Foto: lapatria.com
¿Qué impacto ha tenido, en la actualidad, esta investigación que presenta la vulnerabilidad de los periodistas?
Pues no sé si pueda hablarse de impacto, porque quienes leen este tipo de historias son apenas un puñado de personas. Como trabajo en la Universidad de Manizales, esta investigación sirvió para que nuevas generaciones de comunicadores sociales y periodistas que apenas se están formando conocieran la historia de Galarza, que además tiene algunas similitudes con la historia de Orlando Sierra.
La familia de Galarza quedó agradecida por haber rescatado este nombre del olvido y donó a la Universidad una colección de 800 ejemplares de La Voz de Caldas, publicados entre 1926 y 1929. Los periódicos están en perfecto estado y ya están siendo utilizados para investigaciones académicas y para consulta de los estudiantes.
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En la investigación de la Flip los datos arrojaron que de los casos de asesinatos de periodistas por el desarrollo de su oficio, 122 permanecen en completa impunidad, solo en 28 se llegó a los autores materiales, apenas en tres a los autores intelectuales y solo en uno, el del subdirector de La Patria asesinado en el 2002, Orlando Sierra, se ha condenado a toda la cadena criminal.
La Voz de Caldas, el periódico que dirigía Eudoro Galarza se cerró el 2 de mayo de 1939, seis meses después de su muerte, enterrando en el silencio 13 años de periodismo y 3 mil 624 ediciones, que hoy hacen parte de la colección del banco de La República y la Universidad de Manizales.
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¿Cuál es la reflexión que deja el caso de Eudoro Galarza y qué aspectos se deben seguir trabajando en el país para disminuir el peligro de ejercer el periodismo?
Que los militares han sido y son hoy una de las fuentes periodísticas más difíciles de cubrir.
La muerte de Galarza se originó porque un periodista de La Voz de Caldas publicó una noticia según la cual el teniente Cortés golpeó a un soldado. La noticia era cierta pero al militar no le gustó y fue al periódico a quejarse. El director le dijo que escribiera una rectificación y a Cortés le pareció que era más contundente dispararle y mató a Galarza en su propio periódico. Buscando información sobre Galarza encontré que pocos días antes de su homicidio dos soldados casi matan al jefe de redacción de El Espectador.
Según la Flip, el medio público más grande que existe hoy en Colombia son las emisoras del ejército colombiano. Controvertir la información que sale de las fuentes militares con fuentes no oficiales es extremadamente difícil porque existe mucho hermetismo y porque bajo el argumento de la seguridad nacional es complejo acceder a ciertos documentos y cifras o confrontarlas.
El gasto militar es enorme: el presupuesto de MinDefensa sólo es comparable con el de MinEducación y está por encima de todos los demás sectores. En ese sentido todos los esfuerzos que se hagan por hacer más transparente la información sobre lo que ocurre dentro de la fuerza pública son útiles y necesarios, aunque sigan siendo riesgosos.
Lee el trabajo original aquí
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