INVESTIGACIÓN DESTACADA

El crimen que rompió la armonía en el Norte del Cauca

En el marco del taller “Derechos Humanos en el posconflicto” realizado por Consejo de Redacción en alianza con Verdad Abierta y gracias al apoyo del Programa de Derechos Humanos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID/Colombia) , nació esta investigación a cargo de Lucy Fernandez. Hablamos con la periodista acerca de su trabajo.

Investigaciones destacadas

El crimen que rompió la armonía en el Norte del Cauca
Agosto 29 de 2019

En diciembre de 1985, a Inés Campo de Cruz, indígena Nasa de la vereda Loma Larga, en el municipio y resguardo de Jambaló, la guerrilla de las Farc le desapareció a Tomás, el mayor de sus siete hijos. Han pasado casi 34 años de su desaparición y a sus 89 años de edad, aún espera noticias.

Las múltiples preguntas sobre la desaparición de Tomás le ocuparon los días y las noches; la preocupación invadió su hogar, y se convirtió en la causa de sus enfermedades, y en la responsable del infarto que le quitó la vida a su esposo, quien murió esperando el retorno de su primer hijo.

Como hermano mayor, Tomás se dedicaba a faenas agrícolas y velaba por el bienestar de sus padres y hermanos. “Era atento y de buen carácter”, recuerda Guillermo, uno de sus hermanos. “Cuando éramos pequeños, jugaba conmigo; en la comida lo hacíamos todos en familia, en el trabajo también. Sentía que era como mi papá”.

En su memoria aún está la imagen de aquel martes de diciembre de 1985 cuando Tomás salió de su casa a las dos de la mañana a esperar el bus que lo llevaría al casco urbano de Jambaló. Y no regresó. Pasados los días, iniciaron la búsqueda: “Preguntamos en la comunidad, a los vecinos, a la Junta de Acción Comunal, fuimos a la Policía; incluso, le preguntamos a los grupos armados, pero nadie nos dio razón”, rememora Guillermo y menciona que su mamá dejó de buscar a su hermano porque no sabía leer ni escribir, y tampoco entendía el idioma español.

Conversamos con Lucy Fernández sobre detalles de la investigación y el reto no solo de cubrir estos temas sino también el relacionamiento con las fuentes.

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Foto: cortesía Lucy Fernandez 

En estas investigaciones sobre desaparición forzada, las víctimas son lo primordial. ¿Cómo es el equilibrio para no herir sus sentimientos en la entrevista sin dejar de hacer las preguntas necesarias?

Para lograr el equilibrio con las personas que entrevistamos debemos logra la empatía con ella, debe existir una confianza previa y además conocimiento del tema, teniendo lo anterior las personas no se cohíben de responder aún sabiendo que son preguntas que pueden causar algún sentimiento de dolor. Además, debemos ser muy respetuosos cuando estamos hablando de estos temas y parar cuando la persona no quiere hablar más, es un respeto a los espacios de las personas, pero para lograr esto como periodistas debemos ir varias veces a conversar con las personas, no se trata de ir una solo vez solo por la información sino un compromiso con la fuente y con el tema porque finalmente solo somos los responsables de transmitir el mensaje de eso que nos confiaron el horas y horas de entrevista.

Se rompe la armonía

En la cosmogonía de los Nasa, la desaparición forzada es un hecho que destruye la armonía de las familias indígenas porque el paso a la vida espiritual de quien muere, tan importante para este pueblo nativo, se ve interrumpido y pierde todo arraigo con la tierra.

Esa conexión tan vital se da desde el mismo momento del alumbramiento del bebé, cuando su madre abre un hueco entre la ceniza de la tulpa (fogón de leña) y allí entierra la placenta y el ombligo que corta la partera.

En la cosmogonía Nasa, la tulpa es fundamental para sus vidas porque significa también padre, madre, hija.

“La siembra se hace con el fin de enraizar a esta persona con la madre tierra. Al enraizarlo, quiere decir que lo están uniendo, para que permanezca en el territorio porque la familia en el pueblo Nasa es muy unida”, explica Joel Antonio Guetio, sabedor ancestral (Médico Tradicional) del resguardo La Concepción, del municipio de Santander de Quilichao.

De ahí que con la desaparición forzada de un Nasa hay una doble pérdida: física y espiritual, que afecta a su familia y rompe su armonía, pues el espíritu de la víctima queda gravitando y se hace sentir a través del sueño de sus parientes.

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 Foto: cortesía Lucy Fernandez 

Tu investigación revela un ritual de conexión entre el bebé que nace y la tierra donde nace, la mayoría de los colombianos no conocen este tipo de costumbres, ¿Crees que hace falta más investigaciones de este tipo en otras comunidades indígenas para visibilizar sus creencias y costumbres?

Investigaciones respecto al costumbres y rituales de comunidades indígenas se han realizado por doquier desde diferentes campos. Lo que considero importante y que hace falta son los espacios donde se puedan visibilizar estos temas porque muchas veces las investigaciones quedan archivadas o no se llegan a los espacios donde se puedan compartir. Además, no es tanto visibilizar sino más bien de entender a estas comunidades y todo su contexto cosmogónico porque sucede que a veces como periodistas no se entiende esta dimensión de las costumbres de las comunidades étnicas y las tratamos desde lo superficial.

Acción recurrente

Testimonios como el de Inés Campo y su hijo dan cuenta de lo ocurrido en Jambaló, donde la desaparición forzada fue una práctica sistemática de los grupos armados ilegales que operaron en la región. Se sabe que muchas de las víctimas fueron arrojadas a las aguas del río Cauca y enterradas en fosas comunes en lugares montañosos que aún no han sido identificados.

Al igual que Tomás, otro de los espíritus que gravita sin destino alguno es el de Marco Tulio Medina Rivera, desaparecido el 20 de julio de 1991. Su hijo, José Gildardo Medina, integrante de la Mesa de Víctimas de Jambaló, evoca lo ocurrido a su padre: “Él salió para la ciudad de Santander de Quilichao a comprar insumos para la casa y no regresó”.

Pasados los días, sus familiares lo buscaron en los alrededores del municipio, en su sitio de destino y en poblaciones vecinas, pero no lo hallaron. En esas afugias se encontraron con un vecino, quien les comentó que había visto a una persona con las características de su padre cerca del río Cauca, pero no dieron con él.

La búsqueda los condujo a la sede de la Fiscalía en Santander de Quilichao. Allí les informaron que el cuerpo había sido enterrado en el cementerio del barrio Siloé, en la ciudad de Cali. Aunque la familia le reclamó a los funcionarios documentos que confirmaran esa versión, no se los entregaron. Por falta de recursos los Medina no lograron exhumar el supuesto cadáver de su padre y, por la misma razón, tampoco pudieron continuar con su búsqueda.

“Mis abuelos, como no conocían de normas, no pudieron hacer nada”, se lamenta José Gildardo, pero no pierde la esperanza y desde su representación de la Mesa de Víctimas de Jambaló realiza acercamientos que le permiten conocer las rutas para encontrar los restos de su padre, al igual que ayudar con la búsqueda de las demás víctimas que hay en el resguardo.

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Foto: cortesía Lucy Fernandez 

El departamento del Cauca siempre ha sido golpeado por la violencia, los líderes Nasa han sido amenazados en repetidas ocasiones, ¿Qué acciones de seguridad tomaste para ir hacer la investigación? ¿Tuviste algún inconveniente con algún grupo armado?

En mi contexto vivo en una zona de conflicto y aunque el riesgo es bastante, pueden más el compromiso por contar la verdad aun sabiendo lo que eso conlleva, porque los que trabajamos con procesos organizativos debemos responder a ese compromiso por la comunidad y por las personas a las cuales entrevistamos, porque son temas que debe conocer la sociedad y como sabemos que nadie más se atreve a venir al Cauca a realizar este tipo de investigaciones, entonces somos nosotros los de las regiones quienes debemos hacerlas, porque se debe contar la verdad de lo que sucedió en el conflicto y que aún ha dejado dolor en las comunidades y familias que sufrieron este flagelo. Aunque se logró ahondar en el tema no tuve inconvenientes con ningún actor armado debido a que conocía la zona y sabía cómo debía transportarme para ir a los lugares y es fundamental a la hora de hacer este tipo de investigaciones en zonas de conflicto.

Los Nasas toman el control

Ante la compleja situación que venían padeciendo las comunidades en el norte de Cauca, las autoridades tradicionales de Jambaló, en aplicación de la Legislación de Autonomía Territorial, expidieron el 10 de febrero de 2000 una resolución mediante la cual reglamentaron las faltas cometidas por los indígenas y, de paso, ratificaron el control de su territorio de manera concertada con autoridades nativas vecinas.

Esta resolución dejó clara su posición frente a los grupos armados: “Las comunidades no permiten el ingreso de menores de edad a ningún grupo armado y además el control de los territorios indígenas será exclusivamente de nuestras autoridades de acuerdo a las leyes de la naturaleza y normas constitucionales y la comunidad. Ningún grupo armado tiene el derecho de solucionar problemas dentro de la comunidad”.

Esas medidas y su puesta en práctica ayudaron a posicionar políticamente a las autoridades indígenas frente a los grupos armados y fue la base para que los demás resguardos asumieran decisiones similares. “Esa resolución fue un instrumento importante porque era asumir el control territorial frente a los actores armados y también en el narcotráfico, que era una de las ramas del conflicto en la zona”, recuerda Arquímedes Vitonás.

Mostraste tu investigación en el XII Encuentro de Periodismo de Investigación, ¿Cómo sentiste tu intervención en el Panel Resistencia y resiliencia indígena por los DDHH en Colombia?

Este espacio fue muy productivo porque me permitió dar a conocer el trabajo que investigue en la zona del Norte del Cauca y se logró dar visibilidad a un tema que si bien se ha trabajado desde diferentes perspectivas no se había logrado trabajar desde una visión de una comunidad étnica. Además, porque fue compartir con otras personas que también realizaron investigaciones y eso hace que uno crezca a nivel profesional y conozca las diferentes problemáticas de las regiones que es a donde los grandes medios no llegan, y si lo hacen es de una manera muy superficial.

Se logró exponer el tema y que los participantes conocieron este trabajo pese al tiempo que teníamos porque realmente fue muy corto para resumir unas investigaciones que se trabajan durante un tiempo considerable.

 

¿Qué destacas del proceso del proyecto DDHH en el posconflicto colombiano cuyo objetivo es formar a periodistas, pero además acompañarlos en los procesos de producción?

De este proceso de DDHH en el posconflicto se pueden destacar varias cosas como el trabajo de ir a las regiones a capacitar y a sensibilizar a los periodistas en temas como DDHH que es un tema donde hay algunas falencias a la hora de cubrir esos temas. Por otro lado, el trabajo colaborativo con otros periodistas para lograr los objetivos de una investigación porque de esta manera se nutre más el trabajo y posibilita las opciones de búsqueda de información. Y finalmente las asesorías en el proceso de producción porque posibilita la capacidad de ser más preciso en los datos a la hora de escribir en aras de una información veraz y contundente.

¡Lee la investigación completa aquí y prepárate para acompañarnos en nuestra transmisión en vivo!

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