PERIODISMO

“Hay un mundo esperando ser contado y alguien tiene que hacerlo, para traer un poco de memoria, justicia, y luz”

‘Nosotros no iniciamos el fuego’ se llama la antología periodística de 22 crónicas sobre víctimas en Colombia, en la que las asociadas CdR, Ginna Morelo y Olga Behar, fueron coautoras. Un aporte a la memoria, a la comprensión de las atrocidades de la guerra, y a la valentía de muchos colombianos que pese a las circunstancias se convirtieron en héroes de sus propias vidas y comunidades. Editada por el periodista y defensor de derechos humanos J. J. Junieles, esta antología es esencial para entendernos y reconstruirnos como país.

Asociados

“Hay un mundo esperando ser contado y alguien tiene que hacerlo, para traer un poco de memoria, justicia, y luz”
Diciembre 13 de 2017

En un proyecto de Ecoemprender y el Ministerio de Cultura se embarcaron 23 escritores colombianos este año; una iniciativa para contar, desde el periodismo narrativo, las historias de quienes vivieron en carne propia el conflicto armado, 22 periodistas y un editor recogieron las voces que aún tienen mucho por contar sobre una guerra que aunque ya está terminando, aún tiene muchas consecuencias por enfrentar.

22 crónicas, perfiles, testimonios, cuadros de costumbres; recónditas, disímiles y duras versiones de la guerra colombiana del siglo XX”, según una de las coautoras, Beatriz Vanegas Athías, “sobre una tierra llena de dificultades y pobreza en la que, sin embargo, no escasean las ilusiones y las esperanzas, un país de gentes que se desplazan a las grandes ciudades, a veces sin otro propósito que salvar su vida y reconstruir su historia en alguna tierra prometida”, J. J. Junieles.

Historias como la de la periodista Ginna Morelo, 'Una historia que me duele contar: La ruta del despojo', que documenta las consecuencias de ese germen del conflicto en Colombia: la disputa por el Territorio.

“Como periodista en un país malogrado crecí escuchando esa desigualdad y esa violencia de la boca de mi abuelo liberal y al hacerme grande me propuse investigar, publicar y no detenerme en esa búsqueda de la verdad, para contribuir a la reconstrucción de la memoria. Volver a la historia que me duele contar es desbaratarme ante la injusticia y la impunidad. Pero, ¿qué más puedo hacer yo, reportera, sino es contar?”, Ginna Morelo. 

 

Los más débiles son los más afectados cuando los más fuertes o poderosos se confrontan, como dice un proverbio africano, “cuando los elefantes luchan, es la hierba la que sufre”, esa ha sido la historia del conflicto en es este país. Este libro hace memoria de esas víctimas, aquellos que no iniciaron el fuego, pero lo tuvieron que aguantar, lucharon por apagarlo, y ahora reconstruyen sus vidas desde las cenizas. 

Entrevistamos a J.J. Junieles, editor de ‘Nosotros no iniciamos el fuego’. El escritor, periodista, docente, y abogado defensor de derechos humanos habló más sobre el proceso de producción, el trabajo con los periodistas, y la importancia de la recuperación de la memoria para la reconstrucción del tejido social en el país.

¿De dónde surge la idea de este libro?

Yo creo que comparte el mismo espíritu de un pensamiento de Roberto Rossellini, que debió ser el epígrafe del libro, y que tengo colgado en una pared: “el hombre ha perdido todo sentimiento heroico de la vida. Y es preciso devolvérselo, porque el hombre es un héroe. Cada hombre es un héroe. La lucha cotidiana es una lucha heroica”.

Aparte de eso y hablando de formalismos, la antología hace parte del proyecto Memo-grafías: Identidad y Patrimonio de una Región, organizado por Ecoemprender, una ONG –con sede en Bucaramanga- que desarrolla proyectos culturales y sociales para el fomento integral de las comunidades. En esta oportunidad, gracias al apoyo del Ministerio de Cultura y del Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga, se presentó esta iniciativa como un aporte a la reconstrucción de la memoria de las víctimas del conflicto.

¿Cuál es la esencia del libro?

El mundo existe para que lo contemos. Antes debemos vivir ese mundo, pero si no contamos lo que vivimos, parece como si no hubiera existido. Por eso aquellos que no escriben, recuerdan mucho cuando hablan, es su manera de atestiguar su existencia.

Contamos nuestras experiencias -propias o ajenas- en las esquinas del barrio, en los bares y fiestas, por redes sociales, también a través de la literatura y el periodismo; en ese sentido la mayoría de los textos que componen esta antología son crónicas que cuentan vidas. Hay perfiles periodísticos, cuadros de costumbres, entre otras formas, pero lo esencial es que cuentan historias de víctimas en el conflicto colombiano, y cómo esas vivencias tocaron la sensibilidad de los periodistas, gracias a lo que revelaron. Otra característica notable es que están presentes muchas regiones del país.

¿Cómo fue la experiencia de trabajo con tantos periodistas?

Tengo una inmensa gratitud con ellos por responder a esta invitación y aportar su valioso trabajo. Varios textos fueron escritos para la antología, otros eran proyectos personales y estaban inéditos, esperando una oportunidad para ver la luz.

Aparecen maestros como Alberto Salcedo y Olga Behar, también jóvenes periodistas como Ángela Hurtado, Ginna Morelo, Yarley García, Carolina Durán Negrete, Karol Ramírez, Eric Duncan, John William Archbold, Manuel Guerrero, y nombres experimentados que vienen construyendo un mundo narrativo, como Beatriz Vanegas Athías, Carlos Marín Calderín, David Lara Ramos, Paul Brito, Juan Miguel Álvarez, Miguel Manrique, Paola C. Assone, Andrés Mauricio Muñoz, Daniel Ángel, Miguel Ángel Pulido, Fabián Mauricio Martínez, y John Better Armella.

Hay un encuentro de generaciones, intereses, estilos, formas de exponer el mundo, que refleja una atractiva diversidad. Como toda antología, está incompleta, pero hay para todos los gustos.

Desde el periodismo narrativo, desde la literatura, y la poesía, ¿cómo narrar la historia de tantas víctimas del conflicto colombiano? ¿qué aporta la poesía y la literatura a la narración de la memoria, de la guerra?

Yo tengo una vecina que se pone a llorar cada vez que suena algún ruido fuerte en la calle o su casa, se tapa la cara con las manos, y pierde el control. Eso le pasa desde que estalló una bomba a dos calles de donde vive. Ha mejorado mucho, hace unos meses se orinaba encima, y sigue luchando con eso. No faltará el indolente que diga “no es nada, comparado con lo que yo he vivido”.

La poesía, en sus muchas formas expresivas (oralidad, cuento, novela, crónica, cine, música, etc), te da herramientas para comprender y explicar la condición humana. Ayuda a seleccionar hechos y expresiones, aspectos iluminadores, y a combinar palabras, imágenes, silencios, que cuenten lo que nunca será noticia.

¿Cuáles piensa que han sido las falencias del periodismo, de la literatura, y las artes escritas, para contar el conflicto colombiano?

En periodismo hay mucha información superficial, no hay criterios editoriales comprometidos con las regiones donde se sufren las crisis producto de la violencia. Sabemos que vivimos en un país urbano que ha visto la guerra por televisión, muchos ciudadanos todavía creen que los noticieros les “ahorran” el esfuerzo de analizar el mundo, sin pensar que esos medios tienen intereses económicos y políticos que fomentan mentiras para alimentar prejuicios.

Mucha gente mira el tema de las víctimas en blanco y negro, creo que el periodismo independiente –sobre todo en páginas web y redes sociales- está corrigiendo eso, creando alternativas y posibilidades para poder escuchar las voces de regiones muy necesitadas, y que después de las chivas noticiosas dejan de ser noticia. Hay esfuerzos que ayudan a ver muchos grises, imposibles de vislumbrar, si no se cuenta a fondo la experiencia de vida de la gente.

¿Por qué la antología lleva ese título?

El título hace alusión a 'We Didn't Start the Fire ' (Nosotros no iniciamos el fuego) una canción de Billy Joel. Hace alusión a que nosotros no iniciamos el fuego de los conflictos actuales, pero sí nos corresponde evitar que se aviven, en el caso colombiano debemos ser conscientes de la oportunidad histórica surgida de los acuerdos de paz -tras más de 50 años de guerra- firmados entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP); además de otros esfuerzos de paz con otros grupos armados al margen de la ley. Son muchos los seres esperanzados ante la posibilidad de una paz que exigirá tiempo, trabajo, compromiso y voluntad de todos para que este fuego no produzca más cenizas.

¿Cuáles fueron los más grandes aprendizajes de la creación de esta publicación?

Que hay muchas formas de ser y sentirse víctima en este país, que apenas estamos empezando a ser conscientes de eso, y que el periodismo está haciendo un aporte fundamental. Hay un mundo esperando ser contado y alguien tiene que hacerlo, para traer un poco de memoria, justicia, y luz a este mundo.

Hay un cóndor en el escudo, que en su pico lleva una corona de laureles y una cinta de oro que dice, “Libertad y Orden”, pero en verdad debiera decir “sálvese quien pueda”, eso lo digo porque hay mucha indiferencia ciudadana, generadora de impunidad y violencia, las consecuencias las sufriremos todos, lo sabemos, y parece no importarnos.

¿Va a estar disponible en e-book? 

Como aspiramos a que este proyecto ayude a financiar nuevas propuestas, tenemos que venderlo inicialmente en su formato de libro impreso, para crear la base que nos permitirá seguir adelante con nuevas iniciativas. Muchos libros al llegar a librerías se encarecen, se incrementan a veces hasta 50 o 70 % más de su valor real, por eso está siendo vendido en forma directa y el libro se envía directamente a la casa de los compradores.

Afortunadamente muchos investigadores, estudiantes, periodistas, se han mostrado interesados y la primera edición ya casi está agotada. Aspiramos a reeditarlo próximamente, porque cada ejemplar del libro lleva consigo la posibilidad de que muchos conozcan la realidad de un país, en el que muchas historias todavía siguen en la sombra, y por eso la impunidad y la violencia siguen vigentes de muchas formas.

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