Se le apagó la radio a un pueblo: el asesinato del periodista Mardonio Mejía en Sucre
Un sicario mató a Mardonio Mejía Mendoza el pasado 24 de enero cuando entraba a su emisora en el municipio de San Pedro. Con su muerte no solo se apagó la voz de un periodista, líder local y ganadero, sino que desapareció el noticiero de la única radio del pueblo. El hecho deja una sensación de temor y zozobra entre sus colegas que enfrentan a diario la precariedad laboral y la autocensura.
Collage: Felipe Rivera Echeverri. IG: @ojito__apagado
Por Jeanneth Valdivieso Mancero, para La Liga Contra el Silencio.
Un hombre recorre en moto el centro de un municipio de 22 mil habitantes. Lleva un parlante y un letrero donde aparece su nombre, su número de contacto y la palabra “publicidad”. Generalmente anuncia la venta de productos, promociones de almacenes y da avisos de todo tipo. Es miércoles 31 de enero. Walter Chamorro —ese hombre que también es periodista y corresponsal de radio— hace perifoneo en San Pedro, departamento de Sucre, para invitar a la población a la misa del novenario que se realizaría al día siguiente por la muerte de su colega Mardonio Mejía Mendoza, de 66 años. Chamorro también anunció el entierro de Mardonio con este método.
Unos días antes, un sicario sorprendió a Mejía por la espalda y le disparó. Según los habitantes y las autoridades, esto es algo que no suele ocurrir en San Pedro, incluso en el contexto violento del departamento. Aseguran que este es un municipio “tranquilo”: del total de 340 homicidios registrados en Sucre el año pasado, cuatro pasaron acá.
El ataque provocó conmoción, no solo por tratarse de un sicariato, sino porque fue contra una de las personas más reconocidas del pueblo; el pionero de todas las formas de comunicación en ese lugar: hace más de 30 años Mardonio Mejía lanzó Promej Televisión, el primer canal local, y publicó La Plana, el primer periódico. También era el dueño de la emisora comunitaria Sonora Estéreo 94.3, la única radio del municipio, en la que se transmitía Amanecer Campesino, el noticiero que conducía.
“Presentamos las noticias con un estilo diferente, un estilo propio, natural, auténtico, y con el verbo nuestro, de la gente de acá, de la sabana del departamento de Sucre”, solía decir Mejía en sus transmisiones por FM que también difundía por Facebook.
“Era un pulpo; era un enamorado del agro, y compaginaba esa pasión con el periodismo, que también lo llevaba en la sangre”, recuerda Walter Chamorro. “Ahora la emisora está apagada; cuando asesinaron a Mardonio silenciaron la voz de los que no tenían voz”, añade. Su colega Manuel Morón, presidente del Colegio Nacional de Periodistas, seccional Sucre, gremio al que pertenecía Mejía, describe el vacío así: “El municipio de San Pedro queda huérfano ante la pérdida de un valioso personaje que de verdad, verdad, era la voz de San Pedro”.
El 24 de enero, el día del asesinato, Mardonio Mejía repitió en su noticiero —como lo hacía cada día y sin sospechar que sería su última emisión—que el programa estaba dirigido a los campesinos, “para que aprendan oyendo radio”. Se despidió anunciando la programación que seguía: rancheras y boleros.
En el noticiero contó que ese día tenía previsto ir a una subasta. Mejía era además ganadero y se dedicaba a actividades del campo. Al terminar el evento, se dirigió a su casa solo. Una cámara de seguridad registró el momento en el que Mardonio Mejía llega —recién caída la noche—, se baja de la moto, abre la puerta, se sube de nuevo y la guarda. En ese momento otra moto se detiene frente a la puerta. De ella desciende un hombre y el conductor lo espera. Entra y sale enseguida. En la grabación solo se ve lo que ocurre afuera. Adentro Mejía había recibido dos tiros por detrás, en la cabeza. Su cuerpo quedó encima de la moto y abajo de las letras Sonora Estéreo, grabadas sobre un vidrio, a la entrada del lugar.
Justo detrás del sitio del ataque está su estudio con las paredes repletas de fotos de coberturas periodísticas para diferentes medios y junto a personajes diversos, también se exhiben credenciales de prensa y una pizarra con el detalle de la programación diaria. En otra parte de la casa hay más fotos, incluida una con el uniforme de la Defensa Civil, organismo al que perteneció. De su tiempo haciendo video quedaron repisas con decenas de casetes: “Documental de San Pedro”, “Toros de Sincé. 2004”, “Comerciales”, “Difuntos de San Pedro”, cumpleaños, quince años, primeras comuniones.
Mardonio Mejía, que aprendió de periodismo haciéndolo desde hace más de 35 años, también era la memoria del pueblo. Incluso en un documento oficial sobre el “mapa cultural de Sucre” se recoge el trabajo de documentación que hizo sobre las construcciones tradicionales de San Pedro y su patrimonio material, arquitectura de “estilo antillano” o isleño, dicen los expertos. Se trata de un álbum digital con fotografías y reseñas de cerca de 300 casas del municipio.
Las calles de San Pedro están llenas de pequeños negocios; en muchos encendían la radio para escuchar el noticiero de Mejía o la dejaban prendida para acompañar el día con música. Por más de una semana el silencio reinó. Como en otros pueblos pequeños, la iglesia y el parque son el centro alrededor del que gira todo y las motos son el transporte principal. Hubo épocas de bonanza como el boom algodonero en el siglo pasado o de la explotación de gas. Hoy no hay algodón, ni gas; hay ganado y agricultura.
“El pueblo en estos momentos siente su ausencia y hasta las mismas personas que decían no estar de acuerdo con él sienten la importancia de una emisora en el pueblo”, dice Angélica Mejía, la hija mayor de Mardonio que en un tiempo trabajó con él y ahora vive fuera del país. Destaca la influencia de su padre: “Aquí las personas, como se dice coloquialmente, creían que lo que él decía era misa”. También admite que la forma de ser, directa, jocosa y a veces controversial, podía molestar a algunos.
Angélica Mejía y sus dos hermanos aún no han decidido cuál será el futuro de la emisora, pero quieren mantenerla activa por su padre. Tras su muerte, la radio permaneció apagada once días y volvió al aire el 5 de febrero, pero sin el noticiero.
Angélica Mejía, hija de Mardonio, en el estudio donde su padre grababa Amanecer Campesino de Sonora Estéreo. Foto: Jeanneth Valdivieso M.
¿Quién ordenó el asesinato?
El mismo día del crimen y gracias a la rápida actuación de la Policía por avisos de la comunidad, el presunto autor de los disparos fue detenido. El hombre fue identificado como Ledinwit Yesit Díaz Mercado, de Pijiño del Carmen (Magdalena) y residente de Magangué (Bolívar), municipio cercano a San Pedro. Los policías lo encontraron escondido entre la vegetación en un zona apartada del centro y le cubrieron las manos para cuidar las posibles evidencias de pólvora. Hoy permanece preso en la cárcel La Vega, de Sincelejo, según confirmaron fuentes policiales. Por la relevancia del caso, la Unidad Especial de Investigación de la Fiscalía es la entidad a cargo. Consultamos a la Fiscalía y respondió por correo electrónico que no podía entregar información por considerarla “clasificada y reservada”. La Gobernación de Sucre anunció una recompensa de 20 millones de pesos.
¿Pero, cuál fue el motivo del asesinato y quién dio la orden? Las investigaciones continúan, pero hay dos hipótesis, según explicaron autoridades que fueron entrevistadas y que pidieron no ser identificadas: por su oficio como periodista y por extorsiones relacionadas con la ganadería.
Angélica Mejía tiene la suya: “¿Por qué considero que el asesinato no está tanto por la parte ganadera sino por la parte de la emisora? Por cómo sucedieron los hechos. Mi papá era una persona que diariamente, de lunes a viernes, se dirigía a la finca que está a 30 minutos del pueblo. El acceso es un poco complicado, es una vía que es bastante sola. Si uno se pone a pensar, la persona que en algún momento quisiera hacerle daño a él lo hubiese podido hacer ahí fácilmente. Sin contar los múltiples sitios en donde lo podían haber hecho”.
“Pero los hechos se presentaron dentro de la emisora comunitaria, justamente cuando él estaba guardando la moto. Era como el aviso: ‘es por esto’, por la emisora, por algo que en algún momento él pudo haber manifestado; algo que le incomodó a alguna o algunas personas y por eso vinieron las represalias”, cree Angélica Mejía aunque no identifica una razón.
El municipio de San Pedro está ubicado a casi 40 kilómetros al este de Sincelejo, Sucre. Foto: Jeanneth Valdivieso M.
En el noticiero Amanecer Campesino, Mardonio Mejía leía noticias de crónica roja, tomadas de diarios de Sincelejo, principalmente, y las adaptaba a un lenguaje más cercano a los campesinos. También anunciaba campañas de vacunación, brigadas de salud, opinaba, a su estilo, sobre temas de interés local y nacional.
Dicen algunos en el pueblo —como un murmullo, hablando en voz baja— que hubo una emisión del noticiero que pudo incomodar: la del 16 de enero. Mardonio Mejía dedicó casi 12 minutos a hablar sobre ‘La Gata’, como se conoce a Enilce López. Dos días antes ella —la mujer más poderosa de la región, dueña de los negocios informales de apuestas o chance que nacieron en Magangué y se expandieron por el Caribe— había muerto en un hospital de Barranquilla en el que estaba internada.
En 2011 López fue condenada a nueve años de prisión por concierto para delinquir por nexos con paramilitares en los años 2000. También financió campañas políticas, incluida la primera de Álvaro Uribe, y logró que sus dos hijos ocuparan cargos públicos. Uno de ellos, Jorge Luis Alfonso López, exalcalde de Magangué, fue condenado por el asesinato del periodista Rafael Enrique Prins en 2005, entre otros delitos. El otro hijo, el exsenador, Héctor Julio Alfonso López, es investigado por parapolítica.
En la emisión del 16 de enero, Mejía leyó informaciones de prensa con detalles de la vida de ‘La Gata’ y de su enfermedad, y recordó “lo que dicen los medios de la carrera criminal” de ella y sus hijos. En el noticiero también se refirió al Clan del Golfo, el grupo armado que opera en Sucre y departamentos vecinos, y mencionó que al inicio estaba dedicado al tráfico de drogas, pero ahora “está embarrado” por cometer otros delitos. Al final del noticiero también contó los detalles del suicidio de un hombre en Magangué.
En Amanecer Campesino, Mardonio Mejía también hablaba de su finca “El Rubí”, donde tenía guacamayas, árboles de limón y otras frutas, cultivaba yuca, y se dedicaba a la piscicultura, la apicultura y al ganado. Su buena situación económica también era conocida en el pueblo. Por eso, la otra hipótesis que investigan las autoridades es la extorsión.
“El fenómeno de la extorsión en el departamento, si revisamos las cifras oficiales, son relativamente bajas, pero no podemos desconocer que hay un subregistro de extorsión que es elevado”, explica José Rafael Villalobos Padilla, secretario del Interior encargado de la Gobernación de Sucre. Entre las razones menciona la “falta de confianza en la institucionalidad, por sentir que las denuncias no llegan a buen puerto o incluso por temor a que si presentan denuncias estas vayan a tener repercusiones en contra de su integridad o la de su familia”.
La extorsión en Sucre ha llegado a niveles tan preocupantes que incluso en campaña los candidatos son obligados a pagar. Foto: Jeanneth Valdivieso M.
El otro tema que preocupa a las autoridades está relacionado con las altas cifras de homicidios en Sucre. En 2022 se registraron 201 y en 2023 subieron a 338, según datos de la Gobernación de Sucre. La mayor parte, relacionados con ajustes de cuentas por disputas con la venta de drogas en el mercado local y la pugna de dos actores criminales: el Clan del Golfo o Autodefensas Gaitanistas de Colombia, el grupo dominante, y Los Norteños, una banda conformada por exintegrantes de quienes ahora son sus rivales.
Ni la Gobernación, ni la Policía departamental o la de San Pedro, ni la Defensoría del Pueblo tienen registro de denuncias de Mardonio Mejía por amenazas o intimidaciones. Familiares del periodista confirmaron que hace tres o cuatro meses había mencionado que recibió llamadas telefónicas en las que le pedían dinero, pero que él se negó a pagar y no presentó ninguna denuncia formal.
Con relación al oficio, el año pasado la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) documentó “cuatro casos de amenazas y una estigmatización contra periodistas de Sucre que cubrían temas relacionados con política, administración pública y medio ambiente”. En el departamento, además de Mejía, otros cinco periodistas han sido asesinados. El caso anterior fue el de Guillermo Quiroz, también de San Pedro, quien murió en 2012 en extrañas circunstancias, presuntamente a manos de la Policía. Al año siguiente, Mejía denunció públicamente amenazas de muerte del familiar del alcalde de entonces por criticar la seguridad en las corralejas.
Un periodista amenazado que pidió no ser identificado dice que el asesinato de Mejía “genera temor en el gremio, porque uno dice hoy es contra él, mañana contra mí también”. “Es delicado hacer cubrimiento de ciertos temas. Ya uno prácticamente se acostumbró a convivir con eso, que uno saque la información y estar a la buena de Dios, a que lo llamen a uno a amenazarlo, a decirle improperios por teléfono”, cuenta.
Villalobos, secretario de la Gobernación, dice que no han recibido información sobre periodistas que en el ejercicio de su actividad hayan sido amenazados, pero que sí han activado las rutas de atención en casos de líderes políticos, sociales y veedores.
Las otras amenazas: la precariedad laboral y la autocensura
El periodismo que hacía Mardonio Mejía era cercano a la comunidad. En muchos lugares de Colombia, los periodistas locales —como él– cumplen un rol esencial, y las radios comunitarias —como Sonora Estéreo— son la expresión de lo que pasa en los territorios.
“Por lo general, en pueblos pequeños de 20 mil, de 25 mil habitantes, como los que estamos, a la gente le gusta escuchar la emisora de su pueblo porque es la que se identifica con su cultura, es la que informa lo que está ocurriendo en el pueblo. La gente tiene mucha conexión, mucha cercanía con las emisoras comunitarias”, explica Anderson Durán, presidente de la Red de Emisoras Comunitarias de Sucre, gremio del que Mardonio era el vicepresidente. En el departamento existen 16 emisoras de este tipo.
“Le hace falta una pata a la mesa porque él era un pilar de mucha importancia para la Red de Emisoras Comunitarias, no solamente de Sucre, sino del Caribe colombiano”, dice Durán, periodista del municipio de Guaranda.
Luz Elena Turcios, presidenta de la Asociación de Comunicadores Sociales Periodistas de Sucre, que cuenta con unos 30 asociados, ve en el asesinato de Mardonio “un atentado contra la libertad de prensa, contra la libertad y el derecho de una comunidad a estar informada, porque Mardonio Mejía era el principal actor de las comunicaciones en el municipio de San Pedro. Hay otros periodistas empíricos, pero él era el que más renombre y poderío en las comunicaciones tenía”.
Entre quienes lamentan el asesinato de “Mardo” también está Luis Fernando García, “El Viejo Nando”, compositor de décimas del pueblo, una expresión cultural oral típica del Caribe. “Tengo un reconocimiento enorme que no se me olvidará mientras viva porque todos los días leía (en la radio) una décima de las mías”, cuenta. Ha compuesto 118 décimas. Una de ellas está dedicada a la radio de Mardonio Mejía.
Los oyentes de San Pedro
escuchan a toda hora
esta prestigiosa emisora,
como lo es Sonora Estéreo…
Es la única en su estilo.
No hay como Sonora Estéreo,
es patrimonio del pueblo,
el progreso y su desarrollo
y es orgullo pa’ nosotros
escuchar Sonora Estéreo…
En esta casa esquinera, a unas cuadras de la iglesia principal de San Pedro, está ubicada la casa de Mardonio Mejía, donde funcionaba Sonora Estéreo. Foto: Jeanneth Valdivieso M.
Las condiciones en las que se hace periodismo en Sucre se parecen a las de otras zonas del país donde la principal fuente de financiamiento es la pauta oficial de alcaldías, gobernaciones y otras entidades, y donde operan grupos armados ilegales.
Manuel Morón, periodista de radio Majagual y presidente del Colegio Nacional de Periodistas de Sucre, explica que hacer periodismo se ha vuelto “cada día más difícil” y señala como principal razón el aspecto económico. Esto, según dice, ha provocado la disminución de la cantidad de personas dedicadas al periodismo en el departamento y se expresa, además, en dificultades como no poder pensionarse cuando llegan a la edad o depender del Sisbén. A esto suma el tema de la seguridad.
“Se vive una autocensura que tiene dos vías: una, la gubernamental, y otra, el peligro al que estamos expuestos. Somos un departamento extremadamente pobre, la gran mayoría de periodistas, el 80 % vive de lo que nosotros denominamos ‘el rebusque’, de la venta publicitaria para pagar un espacio y de ahí sostenerse. Eso a veces implica que el periodista se abstenga de comentar cualquier tipo de información que se pueda estar dando en una entidad de carácter público para no perjudicar ese vínculo comercial. Y la otra, depende del diario vivir. Aquí hay gente infiltrada de estas bandas al margen de la ley, entonces, hay que ser muy cuidadoso a la hora de hacer un comentario”, dice.
Francisco Barrios, corresponsal de El Tiempo en Sucre y director del Noticiero NotiSabanas de televisión, suma otro elemento: el periodismo necesita estar en las redes sociales para existir y eso tiene varias caras. “Las redes sociales le ayudan a uno a expandir la información, a llegar a más personas, no solamente en el departamento, sino en otras partes, pero eso lo hace a uno más visible. Somos más visibles y estamos más propensos a ser amenazados, a una retaliación”, señala.
Todos esperan que el asesinato de Mardonio Mejía, que cumple ya un mes, se esclarezca. Lamentablemente, la resolución de casos como este en el país es baja; la impunidad de crímenes contra periodistas en Colombia alcanza casi el 80 %.
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