Del paro nacional a la organización juvenil: así nació Bello Resiste, en Popayán
En el barrio Bello Horizonte de Popayán, Cauca, la muerte del joven Sebastián Quintero Múnera, durante una confrontación con la Policía en el paro nacional de 2021, generó un estallido social barrial que se convirtió en el germen de un proceso de organización juvenil llamado Bello Resiste.
Autor:
Silvana Bolaños Torres
Grafiti en memoria de Sebastián Quintero Múnera. ‘Sebas vive’. Foto: Cristian David Arévalo.
Barrio salva pueblo
Son más de las cinco de la tarde del jueves 22 de septiembre de 2022 y un repentino y copioso aguacero ha empezado a preocupar a un grupo de jóvenes que espera la llegada de los vecinos del barrio Bello Horizonte, invitados a participar de una jornada cultural en la que el principal evento será una obra de teatro.
Los integrantes de la organización juvenil Bello Resiste —que surgió durante el estallido social de 2021— están expectantes, pues luego de cuatro meses sin realizar actividades, lograron coordinar este espacio con Yerbamarga, un colectivo de artes integradas, ganador de la convocatoria ‘Popayán cree en los jóvenes’, de la Secretaría de Cultura y Turismo de la Alcaldía de Popayán, cuyo objetivo es “la prevención de violencias y la resolución de conflictos en barrios vulnerables”, según explica Juliana Mera, quien hace parte del colectivo.
Diego Alejandro (de blanco), integrante de Bello Resiste, participa de una actividad cultural junto a sus vecinos. Obra Yerbamarga. Foto: Cristian David Arévalo.
En la Comuna 2, a la que pertenece este barrio ubicado al norte de Popayán, de 21.753 viviendas de uso residencial, 9.881 son estrato 1 y 2; es decir, más del 45%. Este no es un dato menor si se tiene en cuenta que se trata de la comuna con mayor número de habitantes, según información suministrada por la Oficina de Planeación de la Alcaldía de Popayán, al contar con 60.402 personas, de las cuales 19.626 son niños y jóvenes entre 10 y 29 años.
Conforme va menguando la lluvia, algunos curiosos se acercan a observar el montaje de la obra y otros toman asiento en las sillas plásticas dispuestas para el público en el Polideportivo Pedro Antonio Torres, un espacio referente en la zona. En uno de los muros de la cancha de fútbol hay un grafiti que lo cubre completamente y en el que se puede leer: “Sebas vive”; en la gradería, otro se destaca también por su tamaño: “Barrio salva pueblo”, dice.
De las calles contiguas llegan ruidos que se confunden entre sí, provenientes de los parlantes de los muchos vehículos de ventas ambulantes que uno se encuentra recorriendo el barrio.
Grafitis como este hacen parte del paisaje en buena parte del barrio: ‘BARRIO SALVA PUEBLO’. Foto: Cristian David Arévalo.
Este no es uno de esos barrios monocromáticos modernos, cuyas casas se repiten cuadra tras cuadra en diseño y tonalidades; aquí el color parece reverberar, tanto por la pintura de las fachadas de las casas, como en la diversidad de objetos que se aprecian en la calle: letreros de todo tipo de establecimientos de comercio, vitrinas que exponen alimentos, vallas con publicidad política y grafitis, desde los poco hasta los muy elaborados. En la mayoría de cuadras se pueden apreciar casas construidas con cemento, de uno, dos y hasta tres pisos, pero al adentrarse en algunas de las calles se alcanzan a ver construcciones en madera con techos de zinc.Días antes, en un recorrido durante la noche, Diego Alejandro Manzano —habitante del barrio desde que era un niño e integrante de Bello Resiste— señala los sectores por los que no es aconsejable transitar solos, y otros a los que es preferible no ingresar ni siquiera en su compañía, pues están bajo el control de expendedores de drogas.
Bello Resiste ha dejado su huella impresa en los espacios que habitaba Sebastián Quintero. Foto: Cristian David Arévalo.
Y aunque en general las calles del barrio están lejos de ser tenebrosas, y caminar por ellas más bien dan la sensación de estar recorriendo un extenso centro comercial popular, la advertencia de Diego Alejandro confirmaría las conclusiones del Plan Integral de Seguridad y Convivencia Ciudadana (PISCC) 2020-2023 de la Alcaldía de Popayán, según las cuales, respecto a la percepción de seguridad, Bello Horizonte es uno de los barrios con mayor riesgo de la ciudad. En este informe aparece como uno de los barrios en los que más se cometen hurtos y hay un mayor número de casos de violencia intrafamiliar.
Esta es una realidad que cantan en sus letras los jóvenes de la casa cultural Wasa, un grupo de rap que se articuló con Bello Resiste y abre el evento en el Polideportivo. Comparten su música con los vecinos que llegaron al lugar, la mayoría de ellos niños, niñas y adolescentes, incluyendo a varias integrantes del equipo de voleibol del barrio que fueron invitadas por su entrenador. No llegan tantas personas como esperaban, probablemente por la lluvia, pero los muchachos de Bello se muestran optimistas y emocionados por volver a encontrarse con la gente del barrio, les agradecen por asistir y dan paso a la actividad de La Tregua.
‘Junior’, integrante de la casa cultural Wasa, rapea historias cotidianas sobre su vida en la comuna. Foto. Cristian David Arévalo.
Sebastián, la semilla
La historia de Bello Resiste empezó durante el paro nacional de 2021, justamente aquí, en este mismo polideportivo que limita de un lado con una institución educativa que lleva el mismo nombre y, del otro, con la casa de Sebastián. David Anaya, chef de profesión e integrante del colectivo juvenil, cuenta que el grupo nació con el objetivo principal de cuidarse durante los días del estallido social; algunos ya eran amigos del barrio y a otros los iban conociendo durante las jornadas de protesta. “Éramos un grupo de 30 personas que estábamos inicialmente en un grupo de WhatsApp, que nos organizamos para salir a las marchas, empezamos a reunirnos aquí en la Pedro Antonio a preparar todo lo del día, las pancartas, las arengas, el refrigerio; era algo muy organizado”.
Se trata de jóvenes de algunos de los barrios de la Comuna 2, como La Arboleda, El Uvo, La Paz, El Placer y Bella Vista; varios de ellos conformaron lo que en el país empezó a denominarse como “primeras líneas”: grupos de personas que en las marchas, cuando se presentaban las confrontaciones con la fuerza pública, se ubicaban adelante para contrarrestar los ataques.
Integrantes de Bello Resiste preparados para salir a una de las jornadas del paro nacional de 2021. Foto: archivo personal de Bello Resiste (junio de 2021).
Pero su objetivo empezó a transformarse cuando el 14 de mayo de 2021 recibieron la noticia de la muerte de uno de los integrantes del grupo, Sebastián Quintero Múnera, quien a sus 28 años se convertía en la primera víctima mortal durante los enfrentamientos con la fuerza pública en Popayán, después de 16 días de paro. Diego Alejandro, amigo de Sebastián desde la infancia, cuenta cómo a partir de ese momento a Bello Horizonte se trasladaron las confrontaciones que hasta entonces habían ocurrido principalmente en el centro histórico de la ciudad y en el sector conocido como La Esmeralda.
Fueron dos meses de una agitación que —según él, y para su sorpresa y la de sus compañeros— terminó sanando viejas heridas en el barrio y provocó que surgiera Bello Resiste como una organización juvenil que busca preservar la memoria de Sebastián Quintero y trabaja por transformar este barrio en un lugar donde los jóvenes no tengan que repetir la espiral de drogadicción, violencia y muerte en la que han vivido él y sus amigos.
El cambio empezó a darse el mismo día de la muerte de Sebastián. “Se hicieron como las paces. Los mismos vecinos, que antes nos tiraban a la Policía, salieron a protegernos. Fue algo increíble la energía que había en el barrio; en ese momento se juntaron muchachos de las barras del América, del Nacional, que toda la vida han peleado, que han tenido una guerra tremenda aquí, que se han tirado a matar siempre”, dice Diego Alejandro.
Desde el día de la muerte de Sebastián, vecinos, familia y amigos encienden velas frente al grafiti en su memoria. Foto: archivo personal de Bello Resiste.
Tras el velorio de Sebastián, según cuenta Diego Alejandro, él y varios de los muchachos que estuvieron ‘tropeleando’ la noche de su muerte, entendieron que la rabia no podía ser el único sentimiento que los impulsara a actuar. Durante el evento de despedida que se realizó en el polideportivo Pedro Antonio Torres, al que asistieron diversas organizaciones sociales y colectivos culturales, los jóvenes de Bello Resiste conversaron hasta el amanecer con integrantes de las barras del Atlético Nacional y América de Cali; hablaron de la petición de Consuelo Múnera, la mamá de Sebastián, para que cesaran los enfrentamientos con la Policía, y sobre las condiciones del barrio que les gustaría cambiar. Estaban cansados, pero también querían aprovechar que ahora los vecinos empezaban a tener otra percepción de ellos, para acercarse y construir otra historia.
Sulma Cristina Pillimué vive frente al polideportivo, en la casa vecina de Sebastián Quintero. Ella ha presenciado varias de las jornadas convocadas por Bello Resiste en ese espacio y cuenta cómo le ha sorprendido ver que los muchachos que antes se enfrentaban a la Policía ahora realicen actividades culturales. Dice que, como mamá, para ella es emocionante ver que los jóvenes que se han visto envueltos, por ejemplo, en problemas de drogadicción, estén tratando de reconciliarse con la comunidad y con ellos mismos. “Como habitantes de aquí del barrio Bello Horizonte, lo único que pido a la comunidad es que los apoyemos, no los dejemos solos; muchas veces se reúnen aquí en la cancha, pero de pronto los vemos con desconfianza y yo creo que lo que hay que hacer es apoyarlos”.
Resistir desde la cultura y la pedagogía
Andrea Rivera, etnoeducadora. Foto: Cristian David Arévalo.
Desde que Bello Resiste decidió empezar a trabajar por el bienestar de su barrio, junto a integrantes de organizaciones sociales, colectivos artísticos o de vecinos que querían apoyar la iniciativa, realizaron actividades como un campeonato de fútbol por la memoria de Sebastián, así como ollas comunitarias, talleres, conversatorios y actos culturales.
Andrea Rivera —etnoeducadora que apoya el proceso— ha liderado algunas de estas actividades que se realizan con los vecinos, especialmente con niños y jóvenes. Para ella, ejercicios como los juegos tradicionales y populares o los talleres de creación literaria son clave para reconstruir el tejido social del barrio y lograr que la violencia no sea la única salida, o la más común en este sector.
Los juegos tradicionales son usados por Bello Resiste para reconstruir el tejido social del barrio. Foto: archivo personal de Bello Resiste.
El 31 de octubre de 2021, por ejemplo, para celebrar el Día de los Niños y con el fin de resignificar los espacios del barrio, realizaron una “Tarde de juegos tradicionales” en el polideportivo. Sobre el piso de la cancha de básquet dibujaron una rayuela y en los cajones correspondientes a los números del 1 al 10, niños y niñas pintaron frases como “Soy creadora”, “Quiero estudiar” y “Vivo para jugar”.
Acciones como esta llamaron la atención de vecinos como Bernardo Sánchez Zúñiga, fotógrafo de 70 años y habitante de Bello Horizonte desde que era un niño. Él estaba en su casa la noche del 14 de mayo de 2021 cuando escuchó unas explosiones; salió a la calle junto a otros vecinos y se enteró de la muerte de Sebastián y de los disturbios que, como consecuencia, habían iniciado a pocas calles de su vivienda.
Para él, Bello Resiste es el resultado de la necesidad de oportunidades de los jóvenes de su comuna. Asegura que el estallido social en todo el país fue la consecuencia de un descontento generalizado por las dificultades para acceder a la educación, al empleo, a una vida digna. Por eso no le extraña que un grupo de muchachos de su barrio se hayan sumado al paro nacional y celebró que hubieran visto más allá de la violencia de los enfrentamientos para organizarse como un colectivo que ahora busca transformar las condiciones que, según ellos mismos dicen, los llevaron a manifestarse en 2021.
Uno de los objetivos de Bello Resiste es evitar que niños, niñas y jóvenes repitan la espiral de violencia que han vivido ellos. Foto: Cristian David Arévalo.
Al barrio “lo azotó horriblemente el pandillismo; existían las barreras invisibles, los muchachos tenían sectores para estar con su gente, pero si de pronto pasaban de otro lugar acá, a ciertos lugares, podía haber hasta muertos. Eso era una pelea diaria entre pandillas, tipo 6:00 p.m. o 7:00 p.m. empezaban, hasta las 10:00 p.m., 11:00 p.m., aunque eso se ha ido superando”, dice Bernardo.
Diego Alejandro confirma esas historias cuando cuenta lo que vivió desde su infancia. “En este barrio históricamente hemos evidenciado lo que es el abandono del Estado y la descomposición social a causa de ese mismo abandono; hemos tenido problemáticas de pandillismo, delincuencia; aquí hubo guerra de pandillas y nosotros crecimos con ese ejemplo. Hubo fronteras invisibles y muchos de los parceros de nosotros tuvieron que adoptar cierto tipo de conductas de supervivencia, por falta de oportunidades, por la disfuncionalidad de la familia. Y por esas maneras que tomaron ellos para poder sobrevivir al final terminaron muertos, los hemos enterrado aquí, otros en situación de calle por el consumo de sustancias, otros están en la cárcel”.
A propósito de los conflictos que menciona el joven, según un informe de 2017 de la Policía Metropolitana, la Comuna 2 es una de las que aloja a las pandillas juveniles de Popayán, con Los Santiagueños en el barrio Santiago de Cali y Los Prefa en Bello Horizonte.
Esas condiciones sociales fueron tema de diálogo en las mesas de negociación que convocó la Gobernación del Cauca para responder a las exigencias de interlocución de los diferentes actores de la movilización de 2021. Bello Resiste participó en las mesas de procesos de organizaciones sociales y ayudó a elaborar el pliego de peticiones que se firmó.
Dejar un legado
Diego Alejandro reconoce que no va a ser fácil seguir resistiendo desde la cultura contras las condiciones adversas de su barrio, sin una relación con la institucionalidad contra la que se han rebelado, y eso incluye a la fuerza pública. Por eso, actualmente Bello Resiste está en proceso de constituirse legalmente para acceder con mayor facilidad a los diferentes programas de los gobiernos municipal y departamental, y de la cooperación internacional. Según él, “hay que buscar la manera de hacer una negociación y de que trabajemos todos por el mismo objetivo, que es prevenir a las y los que están creciendo en una situación de vulnerabilidad tenaz, que son los pelados, los niños; ellos son el presente, el futuro y ahí es donde tenemos que impactar”.
David, integrante de Bello Resiste. Foto: Cristian David Arévalo.
David, por su parte, asegura que van a continuar trabajando desde los conocimientos que cada uno tiene para dar “un impulso, un empujoncito” a los jóvenes del barrio. Porque, según él, “si nosotros hubiéramos tenido un grupo o una organización que nos dijera ‘vea muchachos, vamos a meterle todo por el barrio’, créeme que no hubiéramos pasado por esas situaciones difíciles, no hubiéramos tocado fondo como lo tocamos, como muchos de los que están aquí lo han tocado, o van en camino a tocarlo. Y queremos que ese sea nuestro legado”.
La memoria de Sebastián Quintero Múnera
Sebastián Quintero Múnera vivía en Bello Horizonte y estudiaba Ingeniería Informática en el Colegio Mayor del Cauca, cuando se convirtió en la primera víctima mortal del paro nacional en Popayán, en mayo de 2021. Trabajaba con su mamá, Consuelo Múnera, y su padrastro, Fabián Quintero, en el negocio familiar de elaboración y venta de arepas. Su sueño, según cuenta Consuelo, era comprarle a ella una casa bonita y que no tuviera que trasnochar más por cuenta de su trabajo.
Diego Alejandro, su amigo de la infancia, lo recuerda así: “Él era una persona irreverente, una persona que siempre lo que tenía que decir lo decía sin pelos en la lengua, no era una persona hipócrita, no era una persona ficticia”.
Praga era la fiel compañera de Sebastián. Aparece junto a él en la mayoría de murales que se han hecho después de su muerte. Foto: Cristian David Arévalo.
Esta investigación se realizó en el marco del proyecto Becas CdR de Consejo de Redacción.
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