Puerto Wilches: un territorio entre el monocultivo de palma y la extracción petrolera
Extensas hectáreas de palma africana y extracción petrolera, que se remontan a décadas atrás, son la base de la economía en Puerto Wilches, un pequeño municipio de Santander que alberga gran cantidad de fuentes hídricas y especies endémicas de fauna y flora, pero que sufre las repercusiones de estas actividades de alto impacto en el medioambiente.
Autor:
Susana Rincón
En el departamento de Santander —en la provincia de los Yariguíes, al occidente del río Magdalena y al sur del río Sogamoso— se encuentra un municipio con extensa cobertura de palma africana de aceite, y con más de 60 años de extracción petrolera: Puerto Wilches; un lugar bañado por las ciénagas de Paredes y Yariguíes, hogar del manatí, la danta y el puma, así como de cientos de especies endémicas que solo nacen y viven en esta región del Magdalena Medio.
Las ciénagas son responsables de la depuración de las aguas, estabilizan las condiciones climáticas locales y regionales, y son el hábitat de especies de fauna y flora. Alrededor de todo su territorio, Puerto Wilches cuenta con 36 humedales, derivados de estos grandes yacimientos de agua.
En mayo de 2022, en el marco de una alianza entre Ecopetrol y el Instituto Humboldt, 197 hectáreas se destinaron para conservación. Se encuentran en una isla en medio del río Magdalena y limitan con el municipio. Solo en esta zona existen 332 especies diversas entre vegetación y fauna silvestre. Asimismo, varias familias wilchenses se han unido para conservar los bosques nativos donde habita el manatí —una especie altamente amenazada que se encuentra en categoría vulnerable de extinción— y así incentivar el turismo ecológico en su región.
A estas iniciativas se ha unido el Comité AguaWil, una propuesta social y ambiental impulsada por jóvenes del municipio, quienes lideran una campaña de concientización frente al cuidado del territorio. Por medio de murales que decoran las calles del municipio buscan sensibilizar a la comunidad. El mensaje es claro y contundente: “Somos río”.
Mishelle Rangel, integrante de AguaWil, resalta la importancia de hacer memoria histórica. “Debemos recordar nuestras raíces, la cultura wilchense, y desde ahí crear una conciencia ambiental; cuidar los ríos, las ciénagas, nuestro territorio en general. Con este propósito nació AguaWil”, señala.
El panorama entre la palma y el petróleo
Mapa de Puerto Wilches, Santander, en el que se indica dónde hay explotación de hidrocarburos o yacimientos convencionales y extractoras de palma en el municipio. Creación propia con información suministrada por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH).
Según el más reciente registro del Dane (2018), Puerto Wilches tiene una población de más de 30.000 habiantes. La mayoría trabaja en palma africana, la fuente económica principal del municipio. La pesca tradicional, la ganadería extensiva y la extracción petrolera también son dinamizadoras de la economía local, así como el cultivo de maíz, plátano, yuca y pancoger, pero en menor escala. El cultivo de palma africana llegó al municipio a finales de 1960, y de la mano de las primeras empresas —Sociedad Palmas Oleaginosas Bucarelia, Agropecuarias Monterrey y Oleaginosas Las Brisas— comenzaron las siembras.
En la década de los setenta, la pesca y el pancoger se habían mantenido como la mayor fuente de trabajo en el municipio, pero debido al bajo margen de ganancia de estos productos, los wilchenses empezaron a vender sus terrenos a las empresas palmeras para poder quedarse en el territorio.
Al mismo tiempo, muchas personas se resistieron a trabajar con estas empresas y se generó una ola migratoria de gente que venía de la Costa y la región andina buscando oportunidades. “Los costos del proyecto de siembra de palma no entraban en los parámetros del pequeño productor, entonces llegaron estos grandes empresarios comprando tierras. Además, no existió un acompañamiento estatal para controlar esto”, asegura James Murillo Osorio, líder de Cabildo Verde, una organización no gubernamental enfocada en la conservación de la biodiversidad de la región.
Murillo también señala que, como consecuencia de este inexistente control estatal, se generaron varias afectaciones a nivel ambiental. “La modificación del suelo y la pérdida de cobertura verde (árboles) impactó en la biodiversidad de Puerto Wilches, se sembraron en áreas que incluso no debían sembrarse y esto afectó también las fuentes hídricas. Hoy vemos que los humedales están llenos de fertilizantes que llegan de estas plantaciones y rompen la estabilidad y limpieza de estos, poniendo en riesgo el crecimiento y desarrollo de cientos de especies que viven allí”, resalta.
Según la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), la palma africana es el sector productivo que hoy en día genera más ingresos en el Magdalena Medio santandereano. Si bien en el municipio más de 13.500 empleos corresponden a esta actividad, también existe una ola de inconformidad por parte de los trabajadores debido a los malos pagos y la manera en que se utiliza el territorio para su siembra.
Óscar Sampayo, líder ambiental y social del Magdalena Medio, afirma que no existe un control por parte de la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS) en la entrega de licencias ambientales para sembrar palma y que, desde hace muchos años, existe una fuerte persecución de los sindicatos palmeros que piden garantías para su trabajo y el municipio. Para la elaboración de este reportaje y profundizar en el tema, se intentó la comunicación con la CAS, pero no se recibió respuesta alguna de la entidad.
La ciénaga Yariguíes baña parte de la cabecera municipal de Puerto Wilches, Santander. Junto a esta se iba a adelantar uno de los proyectos de fracking que acogía la región. Foto: Susana Rincón.
Puerto Wilches tiene 133 pozos petroleros, de los 7.404 que hay en total en todo el Magdalena Medio. Aunque a simple vista parecen pocos, el municipio tiene una importante red de subsistemas de oleoductos que conectan la infraestructura petrolera de la región. Desde los años cincuenta la fiebre del petróleo ha tocado las puertas de los wilchenses y, desde esa época, ha sido una zona estratégica para la extracción de hidrocarburos. En 2019, el Consejo de Estado le dio vía libre al proyecto de fracking Kalé, dirigido por Ecopetrol y el primero en Colombia en hacerse con esta técnica de extracción. Sin embargo, en 2020, por falta de consulta previa a la comunidad afro del municipio, se suspendió jurídicamente.
Actualmente estos proyectos siguen detenidos. Y, aunque el Gobierno de turno ha dicho explícitamente “No al fracking”, los wilchenses siguen a la espera de lo que pueda pasar en un futuro con su municipio.
José Miguel Arias, líder ambiental e integrante de AguaWil, resalta que la lucha está abierta todavía y que la cuestión es que se debe modificar la participación de la comunidad en estos proyectos y así poder regularlos. “Estas técnicas de extracción han profundizado la violencia en nuestros municipios, además de que son un riesgo latente para la salud pública”, puntualizó Arias.
El monocultivo de la palma y su impacto ambiental
De acuerdo con las cifras entregadas por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en la actualidad, Puerto Wilches tiene 41.000 hectáreas de palma sembrada. Casi la mitad del total del cultivo en todo el departamento de Santander (95.536 hectáreas). En 2021, el municipio produjo 123.000 toneladas de aceite de palma, representando cerca del 7 % de toda la producción nacional. Aunque esta situación convierte a Wilches en un territorio donde se despliegan grandes ganancias y productividad, en 2021 el 30 % de la población no contaba con una planta de tratamiento de agua potable. Los 5.700 wilchenses afectados reclamaban sobre el mal estado del recurso hídrico que consumían en sus hogares. Según el Informe Nacional de Calidad del Agua para Consumo Humano (2020), se estableció que esta situación ha sido generada en gran parte por los residuos producidos por los cultivos de palma de aceite, así como la actividad de hidrocarburos, entre otros.
Juan Carlos Copete, biólogo de la Universidad del Chocó y especialista en palma, establece que este monocultivo no va ligado a la conservación del medioambiente y la biodiversidad en los territorios. “Para hacer estas grandes plantaciones se deben quitar bosques, lagos y ríos, porque por lo general necesitan mucha agua y, por eso, es que se presentan estas afectaciones en la salud pública de las comunidades”, indica. Copete también habla de la forma en que se generan cambios por la fumigación con agroquímicos y, aunque se usen bioabonos o biofertilizantes, el riesgo de contaminación e impacto siempre estará presente. “En estos sitios existía el pancoger, pero ahora hay palma, y la pesca tampoco es tan rentable porque han cambiado las dinámicas de los ríos y han sido contaminados. En vez de tener una mejor calidad de vida en el municipio, se desmejora”.
Los muros de Wilches están llenos de piezas artísticas realizadas por los mismos pobladores del municipio. El pescador representa la cultura ribereña del pueblo. Foto: Susana Rincón.
Sintrapalma es uno de los sindicatos palmeros más antiguos de Puerto Wilches. Con 52 años de historia, ha sentado las bases de una defensa y lucha por los derechos de los trabajadores y la protección del medioambiente. Su secretario general, Julián Arcos, es un joven líder ambiental oriundo del municipio y es quien abandera los procesos para que las empresas empiecen a cambiar sus métodos nocivos con la naturaleza. Los residuos líquidos que antes se derramaban a las fuentes hídricas, ahora son reutilizados en otros procesos dentro de las plantas extractoras. Sintrapalma también impulsa y presiona para que las empresas palmeras de Wilches se certifiquen en temas ambientales.
Arcos lleva más de diez años trabajando en Palmas y Extractora Monterrey, y ha seguido el legado sindicalista que su papá, un líder ambiental retirado, le dejó. “Sabemos que todavía en la región falta mucho control ambiental, en algunas partes es porque no hay sindicatos, pero también falta mucha conciencia por parte de los otros compañeros. Entiendo que existe un miedo por las sanciones o señalamientos que pueden hacer las mismas empresas, pero pues acá estamos respaldando todos los procesos”, aclara.
Y es que una ola de violencia ha permeado esta tarea sindical desde hace muchos años. En 1997, con la entrada de los paramilitares al municipio, los líderes sindicales de la palma se vieron gravemente señalados y estigmatizados por su labor de protección al territorio. Con la muerte de Manuel Ávila —el líder más representativo en la historia de Wilches— el sindicalismo en el municipio se dio cuenta de que defender sus recursos y su territorio les costaría hasta su vida.
Hoy la situación no es distinta, sin apoyo de las autoridades locales ni regionales, según lo expresaron algunos líderes, la tarea de defender el territorio y el medioambiente en Puerto Wilches sigue siendo una cuestión de vida o muerte. Durante 2022, varios activistas y líderes wilchenses han tenido que salir del municipio por amenazas contra su vida.
Según un informe de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), entre 2017 y abril de 2022, 49 líderes ambientales fueron amenazados en la región, convirtiendo a Santander en el departamento con más amenazas de muerte en este escenario.
Aunque el tema de la palma llegó con un lema de desarrollo a Puerto Wilches, todavía falta un largo camino que recorrer en lo que corresponde a la conservación y protección de los ecosistemas. Miguel Conde, líder social y ambiental wilchense, explica que, a pesar de las amenazas que reciben en el municipio por la defensa del territorio, seguirán denunciando las irregularidades ambientales de las empresas palmeras. “Queremos una región con agua, con vida. Seguiremos protestando y alzando nuestra voz, esta situación debe ser visibilizada a nivel nacional. Somos una región rica en fauna, flora y fuentes hídricas. Antes de que llegara la palma, nosotros sembrábamos yuca, plátano, vivíamos de la pesca, éramos un municipio muy fructífero”, agrega.
Puerto Wilches es uno de los ejemplos más claros de los retos que representa una transición energética y económica. Un territorio basto y rico naturalmente, con dos actividades extractivas que ponen en riesgo la vida y seguridad de sus habitantes. Un panorama social, ambiental y económico incierto, pues, aunque Ecopetrol anunció en noviembre de 2022 la suspensión de proyectos fracking en el departamento de Santander, dos semana después de este aviso, el Ministerio de Minas dijo que se reanudaban más de 30 contratos de exploración de hidrocarburos diferentes al fracking en todo el país. Además, grandes extensiones de palma que podrían ampliarse sin la regulación debida.
Esta historia fue producida con el apoyo del Servicio Civil para la Paz de Agiamondo y seleccionada del proceso de formación ‘CdR/Lab Periodismo en clave verde’, realizado por Consejo de Redacción (CdR) y financiado por la DW Akademie y la Agencia de Cooperación Alemana, como parte de la alianza Ríos Voladores.
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